Un buen pacto

MARGA SANZ - SECRETÀRIA GENERAL DEL PARTIT COMUNISTA DEL PAÍS VALENCIÀ

La derecha cree haber encontrado la manera de perpetuarse en el poder. Una vez ganadas las elecciones tan sólo ha de apoderarse de los medios públicos y comprar la voluntad de algunos privados para mutar la comunicación en publicidad y la comunicación política en propaganda. Una transformación que pasa por convertir la información en desinformación, haciendo prácticamente imposible contrastar la realidad falsificada que nos inunda a diario.

De esta forma, en poco más de una década el Partido Popular ha conseguido maquillar una crisis industrial galopante, el desastre ecológico de la cimentación, la descomposición de los servicios públicos, la corrupción y, ahora, las mentiras sobre el siniestro del metro.

Sin embargo, las técnicas mediáticas no son infalibles. Catorce partidos italianos unieron sus fuerzas para derrocar a Berlusconi -emperador de la comunicación en Italia-. Y en España, Aznar tuvo que salir de La Moncloa por la puerta falsa huyendo de una rebelión democrática sin precedentes.

Pero sin duda, el cambio político -necesario- se ha de sostener sobre los sólidos cimientos del análisis de la realidad. La imprescindible derrota de Camps en 2007 solo será posible en aras a esta premisa.

Hay quien predice que la justicia le pasará factura a Camps en las próximas elecciones; sin embargo, ésta no entiende de legislaturas y, desgraciadamente, ni siquiera las imputaciones de cargos públicos del PP provocaran por sí solas un cambio en la Generalitat. La basura empuja a la ciudadanía hacia el escepticismo que acaba generalizando la falta de credibilidad de los políticos.

Por otro lado, el ejecutivo valenciano ya ha calculado el efecto Zapatero y para contrarrestarlo utiliza el viejo, pero infalible, discurso del agravio comparativo.

Las denuncias de corrupción y el paseo incesante de ministros no son bagaje suficiente para el principal partido de la oposición. Ningún socialista, ni fuera ni dentro de Blanquerías, confía en derrotar a la derecha por sus propias fuerzas. Son conscientes que necesitan a la izquierda real. Pero para ello tendrán que virar decididamente a babor y no parece un buen inicio empezar la precampaña desde el símbolo zaplanista de Terra Mítica. Su ambigüedad frena a más electores de izquierdas que cualquier propaganda institucional desde la Generalitat.

Si no hay movilización no habrá cambio de gobierno. Y ya sabemos que la gente de izquierdas no se mueve si la alternativa no es creíble. Amontonar siglas y sumar todos los naufragios de anteriores comicios para derrotar a la derecha, es tan solo una huida desesperada. El anacrónico eslogan de juntos podemos recibe, por parte del electorado, idéntica indiferencia elecciones tras elecciones.

Habrá pacto a la izquierda del PSOE y un nuevo gobierno, tan sólo, si existe proyecto. Si hay respuestas para los usuarios del metro que exigen inversiones para que no vuelva a suceder, para los jóvenes que ven conculcado su derecho constitucional a una vivienda digna, para las mujeres víctimas de la violencia machista, para los trabajadores y las trabajadoras que merecen empleos estables con garantías, para nuestros mayores desatendidos en geriátricos inflamables, para los niños y niñas que estudian en barracones, para la sanidad presa del negocio fácil, para los pueblos y ciudades franqueados por campos de golf y para la cultura que nos es propia, desterrada del circuito institucional.

Ese es nuestro empeño y ahí nos encontraremos, en la calle y en las instituciones, con quien lo desee. Porque, sin duda, es muy importante que nos pongamos de acuerdo, pero sobre la base de un programa transformador y creíble donde todos aportemos nuestra trayectoria y nuestra fuerza. Y, también, en un escenario electoral en el que todas las partes ganen y nadie exija a nadie que pierda posiciones con la generosidad como excusa.

Font: Levante-EMV 01/09/06