JUAN ANTONIO BLAY
La marcha de las negociaciones entre Esquerra Unida y el Bloc para lograr una alianza en torno a una candidatura única para las elecciones autonómicas que se celebrarán el último domingo del próximo mes de mayo están siendo observadas y analizadas al dedillo desde los cuarteles generales de las principales fuerzas políticas con representación en el Congreso de los Diputados. Sobre todo en las madrileñas calles de Ferraz y de Génova, sedes de las direcciones nacionales del PSOE y del PP, respectivamente. En ambas instancias se vive una particular batalla de Valencia, toda vez que para los socialistas es uno de los objetivos electorales para la cita de mayo, mientras que para los populares se trata de mantener una de las parcelas de poder más preciadas desde que pasaron a la oposición en 2004. Y el posible pacto entre EU y el Bloc tiene consecuencias inmediatas para la futura gobernabilidad de la Generalitat. La ecuación es bien sencilla: una única candidatura de ambas fuerzas puede alcanzar el 10% de los votos, un porcentaje determinante para promover un cambio político en el Consell.
Esta obviedad, reiterada hasta la saciedad, se trasforma en un elemento clave a tener en cuenta a la hora de programar las respectivas estrategias electorales, según han reconocido en los últimos días a este paseante miembros de las direcciones nacionales del PSOE y del PP. Pero, además, en ninguna de las dos sedes políticas cabe la menor duda de que una candidatura de este signo animará la participación de los ciudadanos ante las urnas. «Habrá una mayor polarización», dice un alto cargo del PP; «se producirá una movilización del electorado progresista porque claramente aumentarán las posibilidades de una derrota del PP», opina un miembro de la dirección del PSOE. En consecuencia, a pesar de que la política valenciana no goza de marketing en la Villa y Corte en esta ocasión da la impresión de que los acontecimientos en la Comunitat Valenciana van a ocupar más atención de lo que ha sido habitual en los gabinetes estratégicos de las dos principales fuerzas políticas.
En paralelo a este panorama los cálculos sobre el posible resultado de las elecciones municipales en las tres circunscripciones provinciales y en sus respectivas capitales también es objeto de disección. En Ferraz dan como «seguro» que las diputaciones de Alicante y Valencia pasarán a sus manos, al igual que la alcaldía de Alicante. Para la ciudad de Valencia, cuyo resultado consideran en estos momentos como «abierto», se prevé una lucha «cuerpo a cuerpo» entre Rita Barberá y la aspirante Carmen Alborch. Sobre Castelló hay opiniones para todos los gustos, especialmente a la hora de evaluar el «efecto Fabra», pero en el PP recuerdan con angustia la noche del 14 de marzo de 2004 cuando hubo un baile hasta el último momento para adjudicar el acta del quinto diputado, que finalmente cayó en manos del popular Miguel Borrachina en detrimento del socialista Mario Edo. En resumidas cuentas, en el PSOE confían en «la pulsión de cambio», como lo define el número dos socialista José Blanco, en la que es importante la alianza entre EU y el Bloc aunque se limite a las elecciones autonómicas; en el PP suspiran por el fracaso, o una mala imagen, del pacto aludido, pero sobre todo mantener la mayoría en base a un capital: la buena imagen del presidente Francisco Camps. Así están las cosas en la Villa y Corte, de momento.
Font: Levante-EMV 25/09/06
25.9.06
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