29.11.06

Una UTE de mucho «compromís»

Los partidos a la izquierda del PSPV hacen frente común para sobrevivir al bipartidismo e intentar tocar poder. EU y Bloc volverán a ir a las urnas de la mano 20 años después

F. Arabí, Valencia

Lo dijo un tal Carlos Gardel, que no era del Bloc, ni de Esquerra Unida: «Que veinte años no es nada». Lo repitió hasta hartarse un señor de Ontinyent llamado Pere Mayor, que fue jefe vitalicio de Unitat del Poble Valencià (UPV), antecedente del Bloc. Mayor acabó asqueado de que en cada portal de la calle del fracaso se escondiera un auditor de cuentas electorales, como si vender hielo nacionalista en el Polo Norte fuera un chollo. La construcción del país no es negocio rápido como el mercadeo de PAI. ¿Que son 20 años para recomponer la historia de una desfeta(la de Almansa) de la que se va a celebrar el 300 cumpleaños?


Pues ni por esas. Mayor tuvo que jubilarse forzosamente de la primera línea política, pero sus sucesores, el dúo Enric Morera-Pepa Chesa había tomado nota. Observaron el decorado naranja, de equidistancia ideológica respecto a PP y PSPV, instalado por su antecesor y lo pintaron de rojo. Calcularon las expectativas de voto y decidieron que ir solos a las urnas en 2007 era demasiado riesgo para un partido que no está para aventuras de pubertad. Que hace tiempo (diciembre de 1996) que en esa casa buscaron nichos de mercado renunciando al tarro de esencias de la tríada fusteriana: lengua catalana, cuatribarrada y Països Catalans.

Miedo a la llamada al voto útil

La dirección del Bloc entendió que vivir en la intemperie extraparlamentaria es un lujo inasumible. Y menos después de estrellarse contra el listón del 5% en 1999 (4,6%) y 2003 (4,8%). Así que Pepa Chesa, que lideró una escisión de UPV en contra del acuerdo con los comunistas en 1987, y Enric Morera, que avaló el pacto con la poco izquierdista CiU, empezaron a apadrinar la coalición para 2007.
EU parece cómodamente instalada en las Corts, pero desde los sectores que perdieron la última asamblea subrayan que el oligopolio que forman la rosa y la gaviota es absorbente. Y alertan sobre el efecto de la llamada al voto útil de un PSOE en el Gobierno. Bloc y EU reeditarán, como si de una Unión Temporal de Empresas (UTE) se tratara, el pacto que en 1987 convirtió a Mayor y a Aureli Ferrando en los primeros diputados nacionalistas. El grupo parlamentario duró tres meses y acabó como «el ball de Torrent».
La recién nacida EU (en 1986) se embarcó en ese matrimonio de conveniencia entre dos culturas (la nacionalista y la comunista) que, según la cienciología política, son el agua y el aceite. En la memoria de EU pervive aquella desagradable experiencia y anida el temor de que el acuerdo actual sea un remake y un balón de oxígeno para el rival más directo. La prevención ante un pacto que podría ser una entrada regalada al Bloc en las grandes ciudades, donde, salvo Castelló, los nacionalistas son un partido casi marginal. Otro de los miedos de la actual dirección de EU es el de reinar pero no gobernar el grupo parlamentario que nacerá de este apareamiento político. Y por último, existe el terror en la dirección de EU de que éste sea el primer paso en la gestación de una Iniciativa a la valenciana.

Las presiones de la órbita

Pero al final, tira más el instinto de supervivencia al bipartidismo rampante que una maroma de barco. Tira también la labor de pedagogía de las bondades del acuerdo, con más o menos presiones, desde sectores de la órbita de los contrayentes. Desde Escola Valenciana, al STEPV, pasando por Valencians pel Canvi, el universo Eliseu Climent, etc. Y tira también el «Compromís pel País Valencià», el nombre de la cosa. Un compromís de desalojo del PP del Consell, «pel canvi de govern», que, en su versión lírica, habla de moratoria urbanística, normalización del valenciano, apuntalamiento de lo público...Un compromís para que el personal trabaje menos («jornada laboral de 35 horas») y sea más feliz.
En su lectura más cruda, hay un «compromís» por intentar satisfacer la necesidad de tocar poder. En un Bloc que sueña con unos metros de pesebre con logo de la Generalitat. En una EU consciente de que demasiadas veces vive atrapada en la dialéctica de un discurso alternativo propuesto desde el sistema. En un partido que empieza a estar harto de su hegemonía en el gremio de los que no votan.

Font: Levante-EMV 29/11/06